Tormentoso
Si me esfuerzo por mirar en los globos oculares de otros, a veces parece que pudiera ver el reflejo, el atisbo de las tormentas. Hay tormentas en todos lados, todo el tiempo, superpuestas unas a otras por doquier.
Si me esfuerzo por mirar en los globos oculares de otros, a veces parece que pudiera ver el reflejo, el atisbo de las tormentas. Hay tormentas en todos lados, todo el tiempo, superpuestas unas a otras por doquier. Las tormentas son ruidosas, generan un estruendo bárbaro, atacan cuando no se las espera. Hubo una noche en que eso me incomodó. ¿Por qué no puedo saber cuándo cae el rayo? Y me tapaba con las mantas, las mantas me abrazaban y yo abrazaba las mantas, y también temblé un poquito. Hoy me río con risa de superado.
Nunca sé cuándo van a mostrarse las tormentas. Cuando estás a cielo abierto, ver las nubes ya es suficiente. Pero obviamente desde mi cama no puedo ver sus símbolos anticipatorios. Me molesta mucho. Vuelvo a mirar los globos oculares de los cadáveres que me circundan. Nada. Perdieron su brillo propio, están muertos, muertos para mí, muerto para ellos. Están quietos y en movimiento, llevan su vida de muertos, rutina de gusanos, descomposición, Integración Progresiva con la Madre. No parecen tener dudas.
Llevo años esperando que caiga el primer rayo, tapado. Nada. Creo que se llama rayo a la descarga eléctrica, y trueno al sonido previo. O era al fulgor, o todo al revés, no sé. Yo a veces creo ver fulgores, escucho tronar, a lo lejos. Tal vez más allá de la puerta de mi habitación. Veo los fulgores reflejados en sus globos oculares, dedicados a ellos. Pero nunca se reflejan en los míos, nunca. ¿Cómo podría notar eso? Si me mirara en un espejo, supongo. No, no tengo espejos acá, no me gusta mirarme.
Allá hay un mundo preñado de tormentas, en continua conmoción. Los rayos caen de continuo también, te marcan, bueno, a mí no, pero veo la piel chamuscada de los cadáveres. ¿La mía? Tersa, perfecta, inmaculada. Una muñeca que nunca sacaron fuera del paquete (no, muñeca no; un muñeco). Yo también quiero quemarme, que se me aje la piel, ser un cadáver. ¿Cómo se sentirá la descarga eléctrica? Necesito esa luz ajena. ¿Yo? No sé, yo quiero saber cuándo van a caer, me estoy preparando (me cansa escribir siempre sobre mí... no puedo escapar de mí mismo).
Tal vez no tengo una tormenta propia, tal vez soy solo un rayo de otro. Estas palabras no son mías, son calco de un cuento que leía hace un rato. Soy calco de un libro, una canción, unas palabras. Soy calco de mi reflejo en un par de globos oculares, un boceto.