¿Plagiaron a Ciruelo? Arte popular y arte elevado
¿Ciruelo fue plagiado? Esta inusitada controversia entre Ciruelo y Carrie, entre el MALBA y el arte fantasy, condensa varios puntos de incomprensión entre dos esferas de la sociedad algo incomunicadas.

En las aguas normalmente apacibles y plásticas de Instagram, el día de ayer, surgió una controversia artística que, creo, tiene mucha tela para cortar y que puede abrir algunas reflexiones sobre las artes elevadas, las artes populares, el progresismo y las esferas académicas de producción de discursos sobre el arte.
Sucede que Ciruelo Cabral, el conocido artista plástico famoso por sus pinturas de dragones, oriundo de Argentina pero actualmente habitante de Sitges, España (🏳️🌈?), está en las tierras del mate circunstancialmente por una muestra en Avellaneda. Aprovechando, sin duda, la visita a tierras patrias, se pasó por el MALBA, un Museo de arte alto perfil de la Ciudad de Buenos Aires, y se encontró con la exhibición de Carrie Bencardino llamada El Desentierro del Diablo.

He aquí que Ciruelo se encuentra con un cuadro, desde la disposición del dragón, colores, formaciones rocosas, sospechosamente similar a uno suyo llamado Dragon Caller, del 2005, y hace una publicación que genera bastante revuelo en las tierras de la selfie.
Carrie Bencardino, artista de origen más académico que Ciruelo, 31 o 32 años, no binarie, transita su primera exhibición en el MALBA, y gozaba de una cierta visibilidad en medios convencionales hasta antes de este desmadre: nota en Suplemento Soy, nota en La Nación.
De más está decir que la cosa ya pinta para tragedia. Ciruelo, tal vez por su condición de boomer, no sabe que estaba echando a Carrie a las hienas de sus fans con su publicación. Y Carrie reaccionó con toda la altanería con la que puede reaccionar una persona joven, ensoberbecida por discursos académicos y artísticos que le hacen sentir superior.




Hablamos de altanería al nivel de subir como historias de instagram conversaciones con amigos burlándose de la situación, y acusar a Ciruelo de "terrible fantasma". No muy fuera de lugar en un país donde el presidente anunció que dejaría de insultar hace una semana (y ya incumplió), pero que me parece que abre algunas puntas de debate en relación a la alta cultura y la cultura popular.

En primer lugar, digamos que este cuadro de Carrie no es secundario dentro de su exhibición. Eligió posar delante de él para la foto del artículo del suplemento Soy, y, si bien, poco antes de proceder a burlarse de Ciruelo, aclara que siempre lo cita como influencia al hablar de esta obra, la verdad es que en la nota de Suplemento Soy, que incluye una conversación con Carrie, se cuida bastante de citarlo como referente:
A la hora de pensar sus influencias, Bencardino no tiene vergüenza en admitir que le gustan algunas figuras clásicas de la historia del arte moderno (lo cual puede ser tildado de cursi por cierta escena contemporánea). Menciona a Henri Toulouse-Lautrec, Edvard Munch, Vincent van Gogh y a su preferido: Francis Bacon. Personajes que, al igual que elle, desarrollaron un gusto por la pincelada fluida y gestual, en busca de representar la inestabilidad de lo real y también de lo visible, apelando a un mundo interior que se nutre de los desórdenes mentales y el caos de las formas. A su vez, le artista considera que es imposible no señalar a sus pares contemporáneos, aquelles que le ayudan a continuar la reflexión sobre su obra. Entre elles se encuentra Antonella Agesta, Josefina Allen, Agus Leal, La Porqueria Mala, Amanda Tejo Viviani, Vico Bueno, Valentina Liernur, Renata Molinari y Jazmín Kullok. Todes grandes agitadores de una pintura corrosiva y hambrienta de intensidad.
Suplemento Soy, Página 12
En su lugar, tiende primero una mano a pintores, que aunque no estén de moda para la escena contemporánea, no dejan de estar más que consagrados, y luego, a sus pares contemporáneos. Pero nada al inspirador de la pieza con la que elige posar para la nota, y al que, según Ciruelo indica (quién sabe, no me voy a apersonar al MALBA a que me choreen), no se le atribuye nada en la exhibición.
Dos universos en colisión
La respuesta a todo esto está en dos formas de concebir la producción artística que colisionan con más fuerza cuanto mayor es su incomprensión mutua.
Ciruelo, y el grueso de sus seguidores, y probablemente buena parte del público de a pie que no esté cogido por la academia, parten de una noción de producción artística que valora la originalidad, el trabajo que se pone en concebir y diseñar una escena, y la habilidad puesta en su ejecución, que cuanto más impoluta, mejor. Es una forma de entender la producción artística que se lleva bien con el sentido común, pero que en su exageración puede llevar a la apreciación del hiperrealismo y de formas bastante chatas y deslucidas del arte contemporáneo.
Del otro lado hay un quiebre que produjeron las vanguardias y una noción que se entrena y aprende de que el arte contemporáneo va por otro lado: la centralidad del concepto y del contexto, el uso libre de la referencia e intertextualidad, y la pérdida de valor tanto de la originalidad como de la técnica pictórica.
A este respecto desarrolló más, y mejor, Sebastián Bronico en Revista Mecha:
No tener un nivel superlativo en la retórica [técnica y conocimientos formales] hoy no es alienante en el mundo del arte, siempre y cuando lo temático y enunciativo, la propuesta conceptual de la obra, impacte. La respuesta antipática de le autore hacia el autor del primer dragón parece darse desde quien esperaba que su interlocutor supiera todo esto. Tal vez Ciruelo entiende cómo funciona el arte contemporáneo y, por eso, en su comentario evitó un juicio de valor directo, pero el grueso de la gente no sabe ni tiene por qué saber que en un contexto específico y cada vez más endogámico, un plagio justificado puede tener el mismo valor que una cita o referencia. Toda la desacreditación a le artiste (que, ojo, bien podría no tener una justificación conceptual real para el uso del dragón) se origina por un público que todavía mide la producción artística como si fuera para todo el mundo, como si fuera arte para gente de a pie.
Todo esto lo puedo comprender, pero tengo dos problemas con esta justificación para la antipatía de Carrie. En primer lugar, este supuesto "es inspiración y no plagio" que Carrie un poco insinuó en sus capturas requiere de una inmensa cantidad de apoyaturas textuales para ser repuesto. No se evidencia a partir de la obra, que ni siquiera saca de contexto o descoloca el planteo compositivo de Ciruelo. Es probable que, in situ, en la exhibición, haya alguno de esos famosos textos que acompañan las obras para sobreexplicarlas, y que con esos textos un espectador pueda desasnarse. Parece que no funcionó con Ciruelo, en principio, pero postularía que sólo habla de la pobreza enunciativa de una pieza el requerir acompañarla de 3 entrevistas y decenas de párrafos explicando el concepto de la exhibición. Si no me vas a dar la originalidad, ni la técnica, por lo menos dame una fuerza comunicativa clara y un concepto que hable por sí mismo.
Pero bueno, otras piezas de Carrie sí son más potentes. A lo sumo me extraña que haya decidido incluir aquella en la exhibición, y darle esa prominencia en la conversación con Suplemento Soy.
Pero hay otro problema más incisivo. Hay una subvaloración de Ciruelo por Carrie, que lo sitúa al nivel de una referencia pop que no es necesario reponer ni citar, al contrario de sus menciones más sentidas a, citemos, "Henri Toulouse-Lautrec, Edvard Munch, Vincent van Gogh y a su preferido: Francis Bacon". Ciruelo no es arte elevado, no merece ser nombrado. Es una lata de sopa Campbell, una foto de Monroe o algún otro signo más o menos "universal" o generacional.
Esta subvaloración peca de hipócrita, si me preguntan, pues mucho de lo que Carrie propone, justamente, es valorar la imaginación y, entreveo, a través de ella, la fantasía. Que en simultáneo con esa propuesta Carrie haya insultado de tal manera a Ciruelo y lo haya ridiculizado habla de un desprecio manifiesto por el arte del fantasy y, en general, de los géneros menores del arte, que son los que suelen reivindicar más la imaginación.
La respuesta de Carrie es la respuesta irritada de una persona ante alguien inculto como Ciruelo, que no pareciera entender el código compartido que hace del arte contemporáneo una secta accesible para iniciados y pocos más, una secta donde, justamente, la imaginación tiene bastante poco valor.
¿Quién es el poderoso en esta trifulca? Podría parecer que Ciruelo es el desmedido, al soltar a una jauría de odiadores en Instagram contra Carrie, artista con su primera exhibición importante. Sin embargo, acá creo entrever ese lente distorsivo que ha dejado, a la escena progresista ilustrada, expuesta muchas veces como una casta. Carrie hace gala de su tesis de grado, de sus estudios, de un habitus artístico que le permite exhibir en el MALBA. Ciruelo goza de mucha mayor visibilidad y fama, vive, a todas luces, mejor, pero habita ese lugar algo desprovisto de aura que es el arte popular: pinta dragoncitos, piedras, exhibe en Avellaneda y no en el MALBA.

Este operativo, en el que una cultura progresista ilustrada y otra popular se enfrentan y revelan desconocimiento mutuo de sus códigos, se asemeja mucho a la operación por la cual varios personajes ajenos (outsiders) han construido la noción de casta con tanta efectividad. Después de cada uno de estos encontronazos, en los que figuras como Carrie eligieron reaccionar con desprecio, se consolida más y más esta noción, e incluso puede que terminen arrastrando a buena parte del progresismo a defender a una supuesta figura del "punk" (Suplemento Soy dixit) que... exhibe en el MALBA y tiene título de grado (pero cuenta, claro está, con todas las cartas para reclamarse víctima, llegado el caso).
Pero incluso excluyendo la figura de Ciruelo y abstrayéndome de esta controversia algo miserable y, esperemos, sin mayores consecuencias, quisiera defender la dignidad de los géneros menores, de las artes populares, entre las cuales cuento la fantasía, la ciencia ficción, y a su manera, los juegos de rol. Carrie dice la verdad al reivindicar la imaginación y acudir a Ciruelo, así de cursi sea su obra. En un mundo tan cogido por la apocalipsis en ciernes, tan resistente a toda transformación que no sea la aceleracionista y distópica, sólo la imaginación nos queda como espacio de fuga y de reorganización.

Si les gustó el artículo y valoran estos dedos que sangran tras escribir por horas 😭, suscríbanse para más invectivas ardorosas, para más proclamas ardidas, principalmente sobre rol, pero como verán, no es tópico excluyente.