No insistas, Hilario, con sandeces

No insistas, Hilario, con sandeces

No insistas, Hilario, con sandeces,
tus flores y caricias desdeño,
tampoco aventureros mesteres
me hipnotizan; nada de ello anhelo.

Razona, Hilario, otra es mi patria,
Me han concebido allende el bosque
Crecí sin ver estas montañas
Allí el sol brilla, juro, ocre.

Oh, qué gozo ver las frías torres,
el orden preciso y creador celo
Allá no hay, no, justas de alcornoques,
pompa, despilfarro ni torneos.

Por qué me he marchado, preguntas?
La esquiva respuesta atorméntame
Más, así canto, me susurran
versos las musas con cruel pésame.

He tenido divino propósito
Vine a remover sus torpes sesos
Debía arrastrarlos, de los ocios,
A ilustradas alturas, cual Dédalo.

Traje increíbles ingenios,
Bálsamos dignos de leyenda
En mi mente están los obsequios
Mas mi razón se ha tornado ebria.

Cansino me ha dejado el esfuerzo
De esta ardua y mental labranza
Mejor ha sido olvidar, concedo,
Cuando advierto tu inocencia humana.

Perturbar la ufana demencia
de este reino sería delito.
En cambio anhelo, en tu inocencia,
en tus besos, tornarme olvido.