De este lado del vaivén pendular,
rubicundo, de ti fui tierna presa;
de trino y aleteo
fecundos, que horadaron mis defensas,
con promesas de hogar,
de pétreo nido, fosos y portales,
lientas intimidades,
de puente levadizo que, ya izado,
consumó dulce viso de himeneo.
Ya en nupcial lecho de mentida