Conquistado por el llanto, seguí tus sombríos pasos
Conquistado por el llanto,
seguí tus sombríos pasos,
que en espiralada ruta
llévante a celeste altura,
pétreo y sacro mausoleo,
para cobijo postrero.
Terca guías procesión,
leva de, de tu pasión
vasallos, hoy compelidos
por votos no, por motivos
inquebrantables, sagrados,
que son amicales lazos.
Con serena expresión guías
procesión que por estima
siguiérate por desiertos
batallas y desaciertos,
pero que tiene por meta
cima de monte certera.
Castigamos, abatidos,
el pedregullo sumiso
en marchar mudo y constante
del que por hoy te libraste:
quien fuera guía enardecido,
carga ës hoy para amigos.
Grises muros nos rodean
que, años hará, tu vencieras,
con ingenio y volición.
Muros vénganse de ardor
tuyo, pasado; hoy tu cuerpo
de piedras será cubierto.
Por empinada escalera,
pesadumbre, aún sincera,
cede a mundanos afanes
que son nuestros caminares.
Con oprobio te imitamos:
tú, que ibas grácil cual gamo.
Pues no te impedía altura,
no era el miedo tu censura
para hacerte de victorias,
llama divina que es gloria
que, mediano Prometeo,
nos compartiste, sincero.
Dentro, por piedra engullidos,
nos lleva lumen esquivo,
llama frágil, que vacila,
que corazones no abriga,
que es torpe émula de antorcha,
tuya, expulsora de sombras.
Si ora fuiste faro de almas,
si de quietudes estancas
nos arrojaste a victorias...
Si desdeñaste memorias
cabalgando inextinguible,
tú, ilustre entre adalides...
¿Por qué callas instrucciones?
¿Cuáles esconde razones
tu hostil y muda frialdad?
Tu silencio es, si veraz,
crueldad inerte. ¿Castigo?
De reproches sois esquivo.
Aquí, ëstrellas flaquean
y los pasillos se arquean
con caóticos propósitos.
Ya devaneamos, expósitos,
guía brújula contrahëcha,
mas la demanda es certera.
Anuncia último peldaño
portal recio inmune a asaltos,
que vulgar llave resiste,
y cejando, tras embistes,
derrotados de humedades,
que vuélvenlo inexpugnable...
Con desazón ponderamos
muro delante engoznado,
con precisas talladuras,
enchapadas, que armadura
son de impávido guardián.
Narra inscripción sin hablar:
Cuenta de cruenta batalla
al pie de las atalayas
de Terrabil, gran castillo,
bajo asedio de enemigo
rey, de Arturo, que fue Nero,
que a nuestros no dio sosiego.
Nero guio a reyes doce,
que, de pueblos conductores,
atenazaron a Arturo,
que entre diez huestes se tuvo,
y enfrentó con otras tantas,
con sus vasallos en armas.
Ayudado por Merlín,
aquella lid fue festín:
volaron cabezas trece,
las de Nero y doce reyes
y, descabezada, tropa
huyó sin norte ni pompa.
Así, cual hormigas, vamos,
sin rey que, fogoso guiando,
ponga fin al desconcierto.
Dejamos nido deshecho,
feneciendo en desamparo,
entre lamentos marchando.
Sobre esto orfebres tallaron,
más los tiempos apremiando,
recuerdo mutó en vigor,
mancomunado pujó,
dando a la puerta revés,
conseguimos de ello prez.
Y emergiendo en mausoleo,
bajo caricias de Febo,
dejamos querido fardo,
para su eterno descanso,
en frío lecho rocoso,
digno de durmiente probo.
Silenciosos lo rodeamos,
descansan dolidos brazos,
ojos puestos en sereno
de esta expedición objeto,
espejo roto ë inerte,
que a llantos nada devuelve.
Suben miradas, y hällan
cuencas aún animadas
que comparten en silencio
recuerdos de tí, Artemio,
que, fragmentado, aún pervives,
guiando mudo a porvenires.